VIOLENCIA EN COLOMBIA

INGRID BETANCOURT

INGRID BETANCOURT

Ingrid Betancourt Pulecio; Bogotá, 1961) Política colombiana. Ex candidata a la presidencia de su país, sufrió un calvario de más de seis años como cautiva de la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Convertida en símbolo de todos los secuestrados, fue liberada el 2 de julio de 2008 por el ejército colombiano en una espectacular operación en la selva.

Hija del político Gabriel Betancourt, ministro de Educación durante el régimen militar de Gustavo Rojas Pinilla (1953-1957), y de Yolanda Pulecio, reina de belleza y miembro de la Cámara de Representantes, Ingrid Betancourt nació en una de las familias de más rancio abolengo del país, de origen franco-normando. Alumna del liceo francés de Bogotá, la familia marchó al extranjero siguiendo la carrera diplomática del padre, que llegó a ser embajador colombiano ante la UNESCO.

Ingrid estudió en una escuela privada británica y en el Instituto de Estudios Políticos de París, donde fue alumna del que sería primer ministro francés Dominique de Villepin y en el que obtendría, en 1983, una licenciatura en comercio exterior y relaciones internacionales. Ese mismo año se casó con su compañero de estudios y diplomático Fabrice Delloye, por lo que adquirió la nacionalidad francesa, que compartió con la colombiana. Frutos de este matrimonio, que terminaría en divorcio en 1990, fueron sus hijos Mélanie (1985) y Lorenzo (1988).

No regresó a Colombia hasta 1989, coincidiendo con el seísmo político causado por el asesinato de Luis Carlos Galán, líder del Partido Liberal y candidato presidencial con el que había colaborado su madre. Trabajó como asesora en el Ministerio de Hacienda y se afilió al Partido Liberal para denunciar la corrupción y el caciquismo que, a su juicio, gangrenaban a la clase política y frustraban cualquier cambio.

En 1994 protagonizó su primera campaña política, como azote de la corrupción, con un lenguaje tan acerado como irreverente, y fue elegida diputada en la Cámara de Representantes. En ella formó parte del grupo de "Los cuatro mosqueteros" (con María Paulina Espinosa, Carlos Alonso Lucio y Guillermo Martínez Guerra) que ganó notoriedad por sus requisitorias. Betancourt entró en la disidencia cuando acusó al presidente de la República, Ernesto Samper, también liberal, de haber aceptado dinero del cartel de Cali. Junto con Martínez Guerra protestó con una huelga de hambre cuando la comisión parlamentaria constituida ad hoc exoneró a Samper.

En 1997 se casó en segundas nupcias con el publicista colombiano Juan Carlos Lecompte; por esa época trabajó en unas memorias tituladas La rabia en el corazón, que serían publicadas en París en 2001, antes de su secuestro. Tras abandonar el Partido Liberal, Betancourt fundó el Partido Verde Oxígeno, de tendencia ecologista y progresista, por el que concurrió a las elecciones parlamentarias de 1998. Fue elegida senadora con el mayor número de votos (más de 150.000), luego de haber dirimido sonadas polémicas y de haber acusado a los liberales de mantener "unas relaciones vergonzosas con los delincuentes del país", en alusión al narcotráfico y a los paramilitares. Llegó a repartir por las calles condones que simbolizaban la lucha contra "el sida de la corrupción".

La pasión de Ingrid Betancourt por el debate y la polémica no conoció tregua. El mismo año, en la pugna presidencial, militó en favor de Andrés Pastrana, un conservador que prometió una reforma política en profundidad y que abrió las conversaciones de paz con la guerrilla comunista de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En las elecciones de 1999, el Partido Verde Oxígeno obtuvo la alcaldía de San Vicente de Caguán, un municipio de la "zona de distensión" habilitada por el gobierno para parlamentar con los rebeldes.

Muy pronto Betancourt se sintió defraudada, de manera que abandonó su escaño en el Senado, y el 20 de mayo de 2001 lanzó su propia campaña presidencial para las elecciones de 2002, en la que fustigó sin descanso a sus adversarios Horacio Serpa y Álvaro Uribe por su supuesta connivencia con la corrupción y los paramilitares, respectivamente.

Tras el fracaso del diálogo con la guerrilla, y pese a las advertencias del gobierno y de los mandos militares, Betancourt decidió visitar la zona de San Vicente de Caguán, de actividad guerrillera endémica, para solidarizarse con su alcalde, según aseveró. Durante su viaje en coche, el 23 de febrero de 2002, ella y su asesora Clara Rojas fueron secuestradas por las FARC, en un control de carreteras, y se convirtieron en "prisioneras de guerra". La familia mantuvo su candidatura presidencial, que obtuvo menos del 1 % de los votos. Durante su cautiverio, en respuesta a los que habían censurado su aventura, declaró: "Se ha dicho que fuimos responsables, imprudentes, y que por lo tanto somos culpables de estar aquí secuestradas. Eso es mucha crueldad o mucha ignorancia".

Esposada dentro de una choza, a veces con una cadena al cuello, en medio de alambradas, o forzada a caminatas extenuantes por la selva, su cautiverio iba a durar más de seis años pese a suscitar un amplio movimiento de solidaridad internacional, así como algunos intentos polémicos de negociación y rescate del gobierno francés y del presidente de Venezuela, Hugo Chávez. El presidente Uribe mantuvo su negativa a cualquier concesión política a cambio de la liberación de los rehenes.

Sólo tres pruebas de vida fueron difundidas por sus carceleros. Las dos primeras (2002 y 2003) mostraban a Betancourt aún con buen aspecto físico y la voz firme. Luego, silencio y rumores. La tercera no fue obtenida por el ejército hasta noviembre de 2007, al capturar a varios guerrilleros que tenían en su poder documentos sobre los cautivos. En un vídeo, la rehén aparecía demacrada, muda y sombría, y en una carta a su madre establecía una comparación entre la esclavitud combatida por Lincoln y la situación de los secuestrados. Su conclusión era desoladora: "Aquí, vivimos como muertos".

El 2 de julio de 2008, el ministro colombiano de Defensa, Juan Manuel Santos, anunció la liberación de Betancourt y de otros 14 secuestrados (tres empresarios estadounidenses, siete militares y cuatro policías colombianos), en una operación militar que, bautizada con el nombre clave de "Jaque", se llevó a término con audacia y brillantez en la selva. El ministro explicó que hombres de su confianza, infiltrados en las FARC, habían engañado a los carceleros entregándoles una falsa orden de conducción de los rehenes esposados a otro campamento. Cuando se efectuaba el traslado en helicóptero, los militares desarmaron a los guerrilleros y anunciaron el fin del cautiverio.

Los liberados fueron trasladados a la base de Catam (San José del Guaviare), donde dieron gracias a Dios por el fin de su cautiverio, que Betancourt atribuyó a un milagro de la Virgen, en sus primeras y conmovedoras palabras. Aunque antes de su secuestro era una católica indiferente, reveló que la fe la había ayudado mucho y que todos los días rezaba con un rosario hecho a mano. Expresó su gratitud al presidente y al ejército, confirmó el relato oficial del rescate y denunció la cruel estrategia de las FARC. Subrayó entre sollozos que se consagraría a la liberación de todos los cautivos. Con su aspecto enflaquecido pero firme, su aparición en los canales televisivos causó una profunda conmoción en Colombia y alteró el panorama político en favor de Uribe.

Betancourt se reunió con sus hijos en Bogotá e inmediatamente viajó a París ("Francia es mi casa", dijo), donde el presidente Nicolas Sarkozy la condecoró con la Legión de Honor, que ella dedicó a "todos los que sufrieron y los que siguen cautivos". Acompañada por su familia, el 1 de septiembre de 2008 fue recibida en audiencia privada por el papa Benedicto XVI, cumpliendo uno de sus primeros deseos. Su regreso a Colombia parecía incierto, pues la guerrilla la declaró "objetivo militar". El mismo año fue galardonada con el premio Príncipe de Asturias de la concordia. El jurado estimó que Betancourt personificaba "a todos aquellos que están privados de libertad" y valoró "su defensa de los derechos humanos y su lucha contra la violencia terrorista, la corrupción y el narcotráfico".

Íngrid Betancourt, política colombofrancesa.

La exsecuestrada habló sobre su cautiverio y sobre la indemnización que había pedido de 15 mil millones de pesos.

La excandidata presidencial colombiana Íngrid Betancourt consideró que una parte de la ciudadanía no la quiere porque el país "odia mucho" y lamentó que tuviera que justificar la indemnización que pidió por permanecer secuestrada por las Farc durante más de seis años en la selva.

En una entrevista emitida por Caracol Televisión la noche del domingo y que reproducen hoy varios medios, Betancourt habló de su cautiverio, que se prolongó entre 2002 y 2008, y de la polémica que levantó en el país al exigir 15.000 millones de pesos colombianos (unos 8 millones de dólares) en concepto de compensación.

"Hay veces que pienso que Colombia odia mucho. Hay muchos odios, muchas pasiones", afirmó la exrehén de las Farc.

Debido a la indignación generada en Colombia, donde muchos consideraron que la cantidad era excesiva, Betancourt retiró la petición en julio de 2010, aunque mantiene que su demanda estaba justificada.

"Había pasado el primer año tras la liberación, muchos de mis compañeros ya habían pedido la compensación económica que les correspondía por ley", recordó la expolítica colombo-francesa.

En la entrevista, relató que el proceso de indemnización "fue muy doloroso porque fue injusto" y la obligó a explicarse ante la ciudadanía.

"Me decían: 'es que usted pide mucha plata', o 'usted quería que la secuestraran'. Yo nunca quise que me secuestraran", subrayó Betancourt, en referencia a las circunstancias que rodearon su secuestro por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc).

En el momento de su secuestro, el 23 de febrero de 2002, Betancourt, que era candidata a las elecciones presidenciales de Colombia en ese año, se dirigía a la antigua zona de distensión definida por el entonces presidente Andrés Pastrana para un fallido diálogo con las Farc.

Su secuestro terminó el 2 de julio de 2008 cuando fue rescatada en la "Operación Jaque", una acción militar que devolvió la libertad a 15 rehenes de las FARC, entre ellos Betancourt y tres contratistas estadounidenses.

Sobre la consecución de la paz en el país, aseguró estar confiada en que las actuales negociaciones entre el Gobierno y las Farc, que continúan avanzando en La Habana, concluyan en un fin de conflicto armado definitivo.

"Confío en que se va a firmar la paz en Cuba. Confío en que (las Farc) entiendan que el país les está ofreciendo otra vida", apuntó Betancourt, que consideró además que las víctimas del conflicto colombiano se encuentran en un momento de "transición".

Ahora, cuando se cumplen seis años de su liberación, Betancourt vive entre París, Nueva York y Oxford (Inglaterra), donde estudia Teología y desde donde continúa escribiendo.

La última de sus cuatro obras, que presenta actualmente a nivel internacional, se titula "La ligne bleue" ("La línea azul"), una novela romántica ambientada en los años de la dictadura argentina.

Ingrid Betancourt, ex rehén de la guerrilla de las Farc, anunció este jueves en Viena que está dispuesta a "regresar" a la política en Colombia, seis años y medio después de su liberación, según la agencia austriaca APA.

Secuestrada en 2002 cuando era candidata ecologista a la presidencial, Betancourt, de 52 años, rechazó en diciembre pasado una propuesta de candidatura al Senado para las elecciones legislativas de marzo de 2014 por el partido Alianza Verde.

En una rueda de prensa en la capital austriaca, Betancourt señaló que "la política es un campo" al que hasta ahora no había tenido fuerzas de regresar. Pero dijo que ahora sí se siente dispuesta a hacerlo.

Betancourt añadió que quiere luchar contra "la corrupción, el lavado de dinero y las injusticias sociales".

"No regresaré sin embargo si tengo la sensación de que voy a ser instrumentalizada por el sistema político", declaró la ex candidata presidencial, según la agencia austriaca.

Secuestrada durante más de seis años por las Farc, Betancourt, que tiene la doble nacionalidad colombiana y francesa, apoyó en junio la reelección del presidente Juan Manuel Santos, quien realiza negociaciones de paz con la guerrilla.

La ex secuestrada viajó a Viena para la entrega de un premio otorgado por una revista femenina austriaca.

 

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El secuestro ocurrió tres días después de que el Presidente en este entonces, Andrés Pastrana, rompiera contactos con las Farc. La ex candidata presidencial viajó a la zona para conocer la presencia de la fuerza pública en el municipio para impulsar su campaña. Betancourt viaja a San Vicente del Caguán a solidarizarse con el pueblo. El viaje se hace  por tierra porque no le fue permitido viajar por helicóptero para su desplazamiento al lugar.

Pese a las advertencias por parte del gobierno donde se le informaba la fuerte presencia de guerrilleros en la zona, Íngrid viaja en compañía de su jefe de debate, Clara Rojas, y en carretera fueron retenidas por el grupo subversivo de las Farc.

Los ministros de Justicia e Interior en ese momento declararon ante los medios que ella era la culpable de su secuestro, el Partido Verde Oxígeno respondió ante el comunicado emitido por el gobierno diciendo: "Reclamamos al Gobierno que asuma su responsabilidad en la búsqueda de la liberación de Ingrid, no sólo porque es su obligación garantizar el ejercicio de la democracia, sino también porque fue por su negligencia que la candidata tuvo que transportarse por tierra hacia San Vicente del Caguán".

Desde la selva Íngrid Betancourt se pronunciaba ante las declaraciones del gobierno que la señalaban como única responsable de su secuestro: “Se le ha dicho a la opinión pública que fuimos irresponsables, que fuimos imprudentes y que por lo tanto somos culpables de estar aquí secuestradas. Eso es mucha crueldad o mucha ignorancia. Añadir a lo que hemos vivido ese tipo de comentarios”.

La retención de Íngrid Betancourt y de otros congresistas ha sido catalogada como secuestros políticos, con los cuales se espera canjear rehenes por guerrilleros presos, para dar inicio a lo conocido comúnmente como Acuerdo Humanitario.

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